miércoles, 24 de noviembre de 2010

MANIFIESTO DEL CONSEJO DE LA MUJER DE CASTRILLÓN, CON MOTIVO DEL DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO

   Cada 25 de Noviembre, las voces de miles de personas,
hombres y mujeres se unen para recordar que cada día se mata, se asesina y se agrede a mujeres en todo el mundo, de toda clase social y sin distinción de edad.
Son víctimas de una sociedad que no les entiende, de una
condena que no les corresponde, y de una Ley que no les protege.
Son víctimas de una cultura caduca e ilógica heredada por nuestra generación; una cultura que en vez de morir se alimenta de una ambición enfermiza de control y poder sobre las personas más débiles.
Y… ¡CUIDADO! no estamos hablando de violencia doméstica,
pues ese calificativo de “doméstica” hace referencia al lugar donde se ejerce la violencia pero no a quién agrede ni por qué. Por violencia doméstica entendemos la que ya que se ejerce en el hogar, que se desarrolla en el seno de las familias. Utilizar el término violencia doméstica para referirse a la sufrida por las mujeres es un error interesado y consciente, y la violencia de género no sólo se circunscribe al ámbito del hogar, va mucho más allá.
La violencia de género se refiere a las agresiones contra las
mujeres como fórmula para controlarlas, mantenerlas y sumirlas en la obediencia, con la complicidad del silencio; nuestro silencio como mujeres, el silencio de la comunidad, el silencio de las instituciones…
Un silencio que proporciona a los maltratadores una total
impunidad y una amplia libertad. Esto necesita una      respuesta, una respuesta de la sociedad. Alguien ha de explicar a las y los menores huérfanos por que su madre no los va a poder educar…
Ahora corresponde a la sociedad, a las administraciones y a los agentes sociales impulsar y garantizar la educación para la igualdad en el sistema educativo, medios de comunicación y, cómo no, el ámbito familiar, de tal modo que la eliminación y el rechazo de comportamientos, roles y estereotipos sexistas sea de una vez por
todas una realidad.
El Consejo de la Mujer de Castrillón nace para ser una voz más, una voz de las que denuncian, de las que rechazan, de las que condenan; para ser portavoz de quienes, presas del terror, acallan su voz.


Las mujeres como yo
no saben hablar.
La palabra se les clava en la
garganta
como una espina
y prefieren
tragársela.
Las mujeres como yo
sólo saben llorar,
su remiso llanto
de repente
mana
como
una vena cortada.
Las mujeres como yo
reciben las bofetadas
sin atreverse a devolverlas.
Tiemblan
de cólera
contenida.
Leonas enjauladas.
Las mujeres como yo
sueñan
con la libertad.

Maram al-Masri

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